Autoestima
La autoestima es un conjunto de percepciones,
pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamiento
dirigidas hacia nosotros mismos, hacia nuestra manera de ser y de
comportarnos, y hacia los rasgos de nuestro cuerpo y nuestro carácter.
En resumen, es la percepción evaluativa de nosotros mismos.1
La importancia de la autoestima estriba en que concierne a nuestro
ser, a nuestra manera de ser y al sentido de nuestra valía personal. Por
lo tanto, puede afectar a nuestra manera de estar y actuar en el mundo y
de relacionarnos con los demás. Nada en nuestra manera de pensar, de
sentir, de decidir y de actuar escapa a la influencia de la autoestima.1
Abraham Maslow, en su jerarquía de las necesidades humanas, describe la necesidad de aprecio,
que se divide en dos aspectos, el aprecio que se tiene uno mismo (amor
propio, confianza, pericia, suficiencia, etc.), y el respeto y
estimación que se recibe de otras personas (reconocimiento, aceptación,
etc.). La expresión de aprecio más sana según Maslow es la que se
manifiesta «en el respeto que le merecemos a otros, más que el renombre,
la celebridad y la adulación».2
Carl Rogers, máximo exponente de la psicología humanista,
expuso que la raíz de los problemas de muchas personas es que se
desprecian y se consideran seres sin valor e indignos de ser amados; de
ahí la importancia que le concedía a la aceptación incondicional del
cliente.1 En efecto, el concepto
de autoestima se aborda desde entonces en la escuela humanista como un
derecho inalienable de toda persona, sintetizado en el siguiente «axioma»:
Todo ser humano, sin excepción, por el mero hecho de serlo, es digno del respeto incondicional de los demás y de sí mismo; merece estimarse a sí mismo y que se le estime.
En virtud de este razonamiento, incluso los seres humanos más viles
merecen un trato humano y considerado. Esta actitud, no obstante, no
busca entrar en conflicto con los mecanismos que la sociedad tenga a su disposición para evitar que unos individuos causen daño a otros—sea del tipo que sea.
El concepto de autoestima varía en función del paradigma psicológico que lo aborde (psicología humanista, psicoanálisis, o conductismo). Desde el punto de vista del psicoanálisis, la autoestima está íntimamente relacionada con el desarrollo del ego;
por otro lado, el conductismo se centra en conceptos tales como
«estímulo», «respuesta», «refuerzo», «aprendizaje», con lo cual el
concepto holístico de autoestima no tiene sentido. La autoestima es además un concepto que ha traspasado frecuentemente el ámbito exclusivamente científico para formar parte del lenguaje popular. El budismo considera al ego una ilusión de la mente, de tal modo que la autoestima, e incluso el alma, son también ilusiones; el amor y la compasión hacia todos los seres con sentimientos y la nula consideración del ego, constituyen la base de la felicidad absoluta. En palabras de Buda, «no hay un camino hacia la felicidad, la felicidad es el camino».
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