LA VENTA DE CAMPESINOS
En 1888 se abolió la esclavitud
en Brasil. Pero no se abolió el latifundio y ese mismo año un testigo escribía
desde Ceará: «El mercado de ganado humano estuvo abierto mientras duró el
hambre, pues compradores nunca faltaron. Raro era el vapor que no conducía gran
número de cearenses» (53 Rodolfo Teófilo, Historia de 5éca do Ceará
(1877-1880), Río de janeiro, 1922.). Medio millón de nordestinos
emigraron a la Amazonia, convocados por los espejismos del caucho, hasta el
filo del siglo; desde entonces el éxodo continuó, al impulso de las periódicas
sequías que han asolado el sertão y de las sucesivas oleadas de
expansión de los latifundios azucareros de la zona da mata.
Los campesinos provenían de Paraíba y
Río Grande do Norte, los dos estados más castigados por la sequía. En junio,
los teletipos trasmiten las declaraciones del jefe de la policía federal: sus
servicios aún no disponen de los medios eficaces para poner término al tráfico
de esclavos, y aunque en los últimos meses se han iniciado diez procedimientos
de investigación, continúa la venta de trabajadores del nordeste a los
propietarios ricos de otras zonas del país.
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