El cambio educativo no pasará por el SNTE, pero tampoco ocurrirá sólo
a partir de la escandalosa detención de Elba Esther Gordillo. No pasará
por esa organización porque ese sindicato multimillonario andará como
apestado, a partir de ahora y durante un buen tiempo, al igual que sus
líderes, los familiares y principales aliados de la ahora exdirigente,
quienes deberían dar la cara a pesar de estar viviendo uno de sus peores
momentos políticos.
En este
contexto la detención de Gordillo no significa nada ni debe ser vista
así como para “detonar” la denominada reforma educativa, que fue
aprobada e incluida en una modificación al artículo tercero
constitucional apenas hace unos días.
Dicho cambio, como puede
apreciarse, ha servido más bien para ahondar un conflicto político, que
ya lleva bastante tiempo, entre el PRI, la cúpula del SNTE y grupos de
maestros dependientes de ésta, y apunta a un cambio en el patrón de
control sobre el magisterio, antes en manos de un grupúsculo mafioso
enquistado en un sindicato y auspiciado por distintos gobiernos, federal
y estatales, y ahora concentrado en el aparato político burocrático de
la SEP.
Confiar en que con el encarcelamiento de uno de los
personajes más siniestros de la vida política entraremos a la fase
histórica de la gran reforma educativa dista mucho de apegarse a la
verdad. Faltarían muchas cosas por hacer, pero sobre todo que discutir y
precisar, para que esto fuera una realidad en la deteriorada condición
en la que se encuentra la educación nacional.
Esto pasa, entre
otras cosas, porque con la propuesta del actual gobierno que se orienta a
reproducir (ya se ha hecho años antes) un examen de oposición para la
obtención de una plaza de profesor, y otras tantas pruebas de evaluación
al magisterio en ejercicio, la calidad de la enseñanza no podrá
mejorarse, ni tampoco con ello ocurrirá, como en un acto milagroso, la
tan ansiada y necesaria reforma educativa.
Si no se forma antes a
los maestros desde bases y plataformas integrales de nuevos
conocimientos, de sus capacidades para el desarrollo del aprendizaje del
alumno, y no se modifica la actual y burocrática, onerosa y dispendiosa
gestión escolar; si no se altera de forma estructural el actual
funcionamiento de la SEP, tanto a nivel federal como estatal, y no
ocurre una verdadera participación de los actores del proceso educativo,
entre otras cuestiones de verdadera importancia y urgencia, con Elba
Esther Gordillo en la cárcel se tiene un impacto mediático (tan a tono
con la práctica de lograr imagen y apariencia) para el actual gobierno
del PRI, pero no más que eso. Vaya, tampoco es lo de menos.
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