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Por Adolfo Díaz Úbeda
“El primer día de clase abrí la puerta, saludé y empecé a explicar los
temas que íbamos a dar durante el curso. Entonces uno de los chicos me
interrumpió y dijo: -¿vamos a ver, pero tú quien eres? -Llevas razón, le
dije. Salí de la clase, volví a entrar y me presenté. ¿Qué me había dado a
entender ese muchacho, además de que había empezado mal? Que en esa clase él
era uno de los líderes. Una de las cosas que debes observar siempre en una
clase es quién es el líder”.
La mayoría de los
profesores coinciden en que sentir que un alumno ha aprendido “gracias a
ti, a tu trabajo” es un momento muy satisfactorio. Pero para llegar a
esto hace falta una condición necesaria: una clase en motivada, atenta y con
ganas de participar.
Sin embargo,
algunos profesores y maestros pasan buena parte de la clase intentando,
simplemente, conseguir el clima apropiado para poder enseñar. Sin olvidar que
el oficio de profesor tiene también un lado satisfactorio, Llanos Navarro,
profesora con 17 años de experiencia sobre el terreno principalmente en
institutos de secundaria, nos cuenta cuáles son las dificultades más
frecuentes en lo relativo a la actitud de los alumnos: “desmotivación,
interrupciones constantes y faltas de respeto al profesor. Otros
problemas menos frecuentes experimentados por profesores son agresividad con
los compañeros, con el profesor, o el autoaislamiento del alumno”. ¿Qué se
puede hacer para evitarlos?
Para muchos
docentes es difícil lidiar con estas dificultades en un sistema que ha
quitado al alumno incentivos para estudiar y una familia “que consiente
todo”. Pero la realidad es que hay que dar clase, y tener al alumnado lo más
tranquilo y atento posible redunda en beneficio de todos. Para algunos la
solución es clara: mano dura. Defienden posturas que ponen el acento en
la autoridad del profesor, el cumplimiento de sus normas y el castigo. Otros,
en línea con el espíritu de las leyes actuales, sostienen que hay que
tratar a los alumnos con diálogo, repartir la responsabilidad del
aprendizaje y trabajar las habilidades sociales. estos son los consejos
que dan algunos profesores sobre cómo prevenir que la clase pierda el respeto
al profesor.
Normas claras. Algo compartido
por la mayoría de profesores es que el primer día hay que poner las normas
claras, sin importar las que tuvieran en el curso anterior. “Yo soy yo, y
estas son mis normas. A veces se pueden discutir las cosas, pero una vez
fijadas deben quedar claras”, nos comenta Inmaculada Bonal, maestra con
16 años de experiencia. “Por ejemplo, para levantarse hay que levantar la
mano, y nadie puede levantarse sin mi permiso”. ¿Qué pasa entonces si un
alumno incumple la norma? “Pues las sanciones que tenga estipuladas el centro
u otras como quitar privilegios. Por ejemplo, algo recurrente es que si hay
una actividad que les gusta, el que ha incumplido la norma se la pierde”.
Cumplir las
advertencias y evitar la arbitrariedad. Cuando un profesor amenaza con un
castigo, si el comportamiento sigue, debe actuar y ser consecuente. Si no,
las siguientes amenazas perderán su efecto. “Siempre hay que cumplir las
advertencias, como ‘te escribiré una nota para que la firmen tus padres’ o
‘te pondré una amonestación’” comenta Llanos Navarro. “Y hay que evitar
por todos los medios la arbitrariedad, manteniendo siempre los mismos
criterios y aplicándolos por igual, aunque un día estés cansada y no tengas
ganas de complicaciones”.
Autoridad. La mayoría de los
profesores coinciden en que los chavales deben tener claro siempre que el
profesor tiene la autoridad, “las cuestiones de la disciplina deben
enfocarse principalmente desde la autoridad del profesor. La autoridad
disciplinaria ‘se lleva dentro’. El profesor que cuenta con dicha cualidad
está muy bien protegido, y si un profesor se da cuenta de que le falta la
dimensión instrumental de la autoridad debe esforzarse en suplirla como sea”.
Pero no hay que
olvidar que ser la autoridad no significa comportarse como un sargento, ni
hablar a gritos, sino tomar decisiones y mostrar que se tiene la última
palabra. Una forma “clásica” de mostrarlo son las calificaciones. Emeterio
Resta, profesor de secundaria durante más de 14 años, nos cuenta: “tuvimos un
alumno que era muy follonero, además de corpulento, y no se corregía de
ninguna manera. Mi táctica fue sencilla: al final de la 1ª evaluación le daba
la media 4'9 y le suspendí. Llegué a arrepentirme, pero ya era demasiado
tarde para cambiarle la nota. A la larga aquello me fue de maravilla y no
volví a tener problemas con él. Una profesora, sin embargo, al mismo alumno
lo aprobó dándole un empujoncillo en esa primera evaluación, y lo tuvo estuvo
incordiando en su clase durante el resto del año”. “En términos generales mi
experiencia es que para mantener la disciplina tienes que imponerte los
primeros días”.hay que llevar cuidado de que el espacio de la clase no se
convierta en un campo de batalla. No se debe considerar al alumnado como
‘el enemigo’, porque en la batallas siempre hay heridos. “Considero
fundamental replantear el vocabulario, que es un símbolo y toda una metáfora
de lo que va a acontecer en el aula. No hay que “luchar” en el aula, hay que
hacer un camino juntos, en el cual el profesorado ayuda a guiar y conducir”.
Pactar a través
del líder. Como decíamos al principio, los profesores solventes en la tarea de
llevar las riendas de la clase suelen localizar al líder y buscar la forma de
tenerlo de su parte. “Te das cuenta porque siempre es el primero que abre
la boca o el más chulito”, comenta Verónica González, maestra cien por
cien vocacional con varios años de experiencia. “Y te tienes que hacer con
él como sea. En cierto modo hacerte amigo suyo, aunque sin perder la
autoridad. Entonces cada cosa que quieras de la clase, si el líder te
apoya, será mucho más fácil”. Pero, ¿cómo consigues eso? “Pues empatizando
con él, hablando con él, pasando tiempo, preguntándole por sus cosas, por la
música…, dándole responsabilidades en clase, que sea tu ayudante, el
delegado, o cosas así. Cuando quieres poner orden él te ayuda, o si te ve
molesto a veces el primero en poner orden es él”.
La clase bien
preparada. Otra de las pautas para ganarse a los alumnos es llegar al aula con la
clase muy bien preparada. “La falta de preparación de la clase produce
en el profesor mucho cansancio. La clase bien preparada, como suele preparase
una conferencia, origina en el profesor un dinamismo interno que,
incontestablemente, se trasmite a los oyentes”,.
Mensajes en
positivo. A la hora de comunicarse con los alumnos, defiende que no debe
hacerse en términos de “no hagas esto”, sino de “quiero que hagas esto”. Por
otro lado, ante un alumno disruptor (interrumpe, habla, molesta a los demás)
se debe estar paseando por la clase y vigilante, y en cuanto se vea un signo
de que el alumno empezará a llamar la atención, el profesor se acerca a él
sigilosamente y le reprende de la forma menos llamativa posible, intentando
que el resto de la clase no se entere. Hay que intentar que el alumno no
tenga la satisfacción de convertirse en el centro de atención.
Cuando ya tienes
el problema
Algunas de las respuestas que recomiendan
los expertos son éstas:
Falta de
motivación. “Recuerdo una situación de falta de motivación hacia una asignatura,
comenta Manel Güell: La solución fue investigar qué les motivaba fuera del
centro educativo. Después diseñé trabajos de la asignatura relacionados
con sus centros de motivación y se entregaron totalmente, con propuestas
creativas y muy interesantes. Por ejemplo analizar las principales actitudes
y teorías éticas a partir de los valores que definían las canciones de sus
cantantes o bien filmar en video pequeños cortos, con argumento, sobre
algunos temas filosóficos”.
Otra estrategia
para motivar es que los alumnos entiendan la utilidad en su vida de lo que
deben aprender. Vicente Lloret nos cuenta que “un día estaba comenzando
una lección de matemáticas, y un alumno preguntó en voz alta para qué servían
las matemáticas para ser fontanero. Enseguida empezaron a quejarse otros, así
que les dije, ante la algarabía general, que nos saltábamos el tema, sabiendo
lo que pasaría más adelante. Todos lo celebraron. Dos meses después tocó una
práctica y los alumnos descubrieron que no sabían calcular partes de la
instalación, o no sabían hacer una factura, ni calcular, por ejemplo, el IVA
que debían cobrar. En ese momento dije que retomaríamos el tema de
matemáticas y todos lo aceptaron sin rechistar”.
Acoso escolar. El acoso de unos
alumnos a otros o bullying es un fenómeno que ha crecido en los últimos años.
Llanos Navarro nos comenta este caso, acerca de una ex alumna: “Lo primero es
hablar con la víctima para que pierda el miedo a sus agresoras, para que las
denuncie. Nosotros la convencimos de que, una vez las hubiera denunciado,
estaría a salvo, porque iniciaríamos un protocolo oficial que no permitiría a
las acosadoras seguir con su actitud. La chica lo contó todo, hablamos con
los padres de todas e incluso se puso la denuncia pertinente. No se puede
frivolizar con estos temas, hay que actuar con contundencia enseguida. El
acoso cesó, las acosadoras fueron sancionadas hasta donde le permite la ley a
un centro de educación y, por lo demás, el caso quedó en manos de la policía
judicial”.
Agresividad hacia
el profesor. En ocasiones un alumno con un comportamiento extremo puede agredir al
profesor. El consejo más habitual es hacer todo lo posible por no devolver
la agresión al alumno, ya que es un menor y el profesor puede tener
problemas legales.
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viernes, 8 de marzo de 2013
TÉCNICAS DE CLASE
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