LAS MAESTRAS…. TAMBIEN SOMOS MUJERES TRABAJADORAS.
Por: Laura Alejandra Mata Amezcua
El día de hoy, tan cerca del día internacional de la mujer, no quise
dejar pasar la oportunidad de felicitarnos y de dedicarnos un momento para la
oración y la reflexión y volver a creer en nuestra misión en esta vida que es
EDUCAR.. Como madres, como amigas, como hermanas, como hijas, y como MAESTRAS…
MUCHAS FELICIDADES COMPAÑERAS!!!!!!!!
LA ORACIÓN DE LA MAESTRA
Por: Gabriela Mistral
Señor! Tú que enseñaste, perdona que yo enseñe; que lleve el nombre de
maestra, que Tú llevaste por la Tierra.
Dame el amor único de mi escuela; que ni la quemadura de la belleza sea
capaz de robarle mi ternura de todos los instantes.
Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el desencanto. Arranca de
mí este impuro deseo de justicia que aún me turba, la mezquina insinuación de
protesta que sube de mí cuando me hieren. No me duela la incomprensión ni me
entristezca el olvido de las que enseñé.
Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como
ellas lo que no es carne de mis carnes. Dame que alcance a hacer de una de mis
niñas mi verso perfecto y a dejarte en ella clavada mi más penetrante melodía,
para cuando mis labios no canten más.
Muéstrame posible tu Evangelio en mi tiempo, para que no renuncie a la
batalla de cada día y de cada hora por él.
Pon en mi escuela democrática el resplandor que se cernía sobre tu corro
de niños descalzos.
Hazme fuerte, aun en mi desvalimiento de mujer, y de mujer pobre; hazme
despreciadora de todo poder que no sea puro, de toda presión que no sea la de
tu voluntad ardiente sobre mi vida.
¡Amigo, acompáñame! ¡Sostenme! Muchas veces no tendré sino a Ti a mi
lado. Cuando mi doctrina sea más casta y más quemante mi verdad, me quedaré sin
los mundanos; pero Tú me oprimirás entonces contra tu corazón, el que supo
harto de soledad y desamparo. Yo no buscaré sino en tu mirada la dulzura de las
aprobaciones.
Dame sencillez y dame profundidad; líbrame de ser complicada o banal en
mi lección cotidiana.
Dame el levantar los ojos de mi pecho con heridas, al entrar cada mañana
a mi escuela. Que no lleve a mi mesa de trabajo mis pequeños afanes materiales,
mis mezquinos dolores de cada hora.
Aligérame la mano en el castigo y suavízamela más en la caricia.
¡Reprenda con dolor, para saber que he corregido amando!
Haz que haga de espíritu mi escuela de ladrillos. Le envuelva la
llamarada de mi entusiasmo su atrio pobre, su sala desnuda. Mi corazón le sea
más columna y mi buena voluntad más horas que las columnas y el oro de las
escuelas ricas.
Y, por fin, recuérdame desde la palidez del lienzo de Velázquez, que
enseñar y amar intensamente sobre la Tierra es llegar al último día con el
lanzazo de Longinos en el costado ardiente de amor.
Muy buena reflexión Lau, la verdad que nuestra labor es dura, la responsabilidad de educar a nuestros hijos y continuar esa labor en las escuelas en las que trabajamos es fuerte y se necesita de mucho compromiso.
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