Los medios de comunicación: radio, prensa y
televisión, son sobre todo transmisores de la información. Y no podemos negar
que, nunca como hoy, hemos recibido con mayor velocidad lo que pasa en todo el
mundo. También con Internet se ha ampliado esta información. Todos juntos son
portadores de cultura y también ayudan al entretenimiento.
Quizá convendría reflexionar si
actualmente estos medios orientan de una manera clara, verdadera y objetiva y
ayudan al perfeccionamiento de la persona o, por el contrario, los mensajes que
nos llegan, no construyen, sino que transmiten una idea degradada del hombre y
de su dignidad. Pensemos en la TV, ya que estadística mente está demostrado que
nuestros hijos pasan o, quisieran pasar, muchas horas viéndola.
El contenido de los mensajes está normalmente
animado por una ideología hedonista, en la cual, la única norma de conducta
es buscar solamente el placer. El hombre se ha de mover exclusivamente por
aquellas cosas que le resulten agradables y útiles. Por impulsos primarios:
comer, afirmación personal, sexo. El ideal es el confort, medida de la
felicidad, y un excesivo sentimentalismo que se aplican a la vida diaria como
si fuesen lo mejor.La publicidad nos presenta continuamente
elementos y situaciones, en que el consumo es casi una obligación. Consumir
es un verbo con un contenido tan grande de competitividad, que lleva a muchos
a tener deseos desmesurados y, en muchas ocasiones, desproporcionados a la
propia situación económica.
En algunos espacio se crea confusión cuando se
pone al mismo nivel: la verdad y la mentira; lo que es anormal como si fuera
normal. También cuando se enaltece la pornografía y la violencia.
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Ante este panorama los padres hemos de buscar
soluciones por la influencia negativa que pueden recibir nuestros hijos. Por
tanto, conviene dar criterio con el fin de educar su capacidad crítica y
enseñarles a distinguir y a elegir.
Hay que dar un tiempo de calidad a nuestros
hijos, con cantidad de horas. Es importante saber qué piensan y qué les
influye más. Discernir y observar. Así, por ejemplo, viendo juntos películas
o programas de entretenimiento, haciendo comentarios y preguntas,
conseguiremos un clima de confianza que favorecerá el conocimiento y la
comunicación. Los adolescentes, que por su edad son muy impresionables,
también son muy idealistas, por lo tanto, no nos costará mucho que entiendan
la prioridad de la persona sobre las cosas; de la ética sobre la ciencia; del
espíritu sobre la materia.
Como usuarios y receptores de los ''mass media'',
hemos de hacer sentir nuestra voz para que lo que se ofrezca sea realmente un
elemento de cultura y ayude a la mejora personal. Enseñar a nuestros hijos a
pulsar el botón, sabiendo escoger lo más conveniente. También, los padres
buscaremos con imaginación otras alternativas para ocupar les el tiempo libre,
que sean más educativas y, a la vez, nos ayuden a conocer más a nuestros
hijos, a divertirnos y a pasarlo bien juntos.
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¿Influye en la conciencia la información dada por los medios de
comunicación?
Yo creo que mucho, porque la televisión siempre tiene la intención oculta
de influir en otro sin que este se dé cuenta antes de contestar esta pregunta
hay que entender cómo influye en la conciencia de los jóvenes la televisión.
Provoca una modificación de la
conducta con programas impactantes; y
Excita las emociones y pasiones
con programas como las series.
Regresando a la pregunta, no todas las personas responden igualmente a los
esfuerzos de la televisión por persuadirlas. La manipulación varía según la
edad, el estado anímico, el sexo, el nivel cultural, la personalidad, las
costumbres y la educación.
El adolescente y la televisión
Dentro de los grupos más expuestos figuran los niños y los adolescentes
porque su edad no les permite distinguir las intenciones de los mayores.
Aunque el adolescente ha pasado ya la etapa de la infancia, donde la falta
de criterio al seleccionar la oferta televisiva ocasiona los mayores problemas
debido a que el niño aprende por imitación, no deja de ser vulnerable a los
mensajes de la televisión, porque se encuentre aun en una etapa de crecimiento.
El adolescente ya distingue la realidad de la fantasía pero aún no tiene un
criterio sólido y una posición personal frente a las cosas que lo hace
fácilmente influenciable. Por esta razón asume nuevas actitudes y
comportamientos, buscando siempre una imagen de sí mismo que se ajuste más a su
idea del comportamiento de los adultos.
Es aquí donde la televisión puede influir, presentando una falsa vida de
los adultos, con fuertes dosis de hedonismo y violencia, de amores imposibles,
buenos y malos, justicias e injusticias, ambición, barreras de clases sociales,
intrigas, venganzas, infidelidades, mentiras, etc. Pero con muy poco amor
auténtico, responsabilidad y madurez. Como ejemplo tenemos las películas de
acción, las dramatizaciones o ciertas mini series que tratan temas con
demasiada crudeza, denuncian ciertas desviaciones de la conducta humana o
cuestionan circunstancias o situaciones particulares de la sociedad o de la cultura
que percibe el televidente adulto sin ser afectado pero que pueden desorientar
al joven porque las situaciones para ellos no son claras.
Como influye en la conciencia del adolescente.
Lo que no entiende el adolescente es que el mundo no está conformado por
dos bandos, el de los buenos y el de los malos, si no por seres humanos cuyas
acciones son más complejas que los que se presenta en la pantalla.
El hombre es un ser racional, dotado de la libertas para decidir y, por lo
mismo, no está libre de equivocaciones, porque nadie es eternamente bueno o
malo. Por lo tanto, la visión simplista podría ser reemplazada por otra en la
cual los personajes aparezcan más humanos, más reales en situaciones más
próximas a las de cada día.
El afán de realismo puede confundir la conciencia de los jóvenes, si no
existe una buena orientación al respecto es por eso la importancia del control
de los horarios de emisión de la televisión, tanto por parte de las televisoras
como por parte de los padres, los cuales no se encuentran exentos de los
peligros a los que están expuestos sus hijos todos los días.
Esta confusión puede manifestarse en la pérdida de la sensibilidad. Un
adolescente acostumbrado a ver escenas de violencia, entre las que se
encuentran no sólo series policíacas o de acción sino también ciertos dibujos
animados, no tendrá la misma sensibilidad ante un acto violento real como uno
que ha visto dichas escenas. Y no sólo eso, también pierde el gusto por lo que
no es violento.
Por lo tanto, el área más afectada por la televisión es la conciencia, pues
la caja mágica intenta promover la compra y venta de algún producto mediante la
explotación del sexo y el placer, colocándoles como final feliz de toda acción.
Al hacer esto la conciencia no va dirigida hacia los buenos hábitos, hacia los
valores humanos, o hacia el desarrollo cultural o intelectual; sino que
ocasiona una grave distorsión de valores, que al darse en forma masiva altera
notablemente el equilibrio de una sociedad.
Cambio de valores
La transmisión de valores es uno de los aspectos más importantes en la vida
de una persona. Aunque los valores se inculcan ante todo en el núcleo familiar,
el adolescente los aprende en todo lugar o ambiente donde emplee su tiempo.
También espera encontrarlos en la televisión por ser el que más fuerza e
impacto tiene sobre las personas. Para el adolescente la difusión por
televisión de ídolos reales como Maradona y Britney Spears lo hace caer
fácilmente en lo ordinario, vulgar y lo lleva a defender conductas
desvergonzadas. Y se crean hábitos más “modernas” e “informales”.
El problema está en la forma como la televisión presenta los valores al
adolescente. Los ejemplos y modelos a seguir (mujeres semidesnudas, la
utilización de vocabulario no adecuado, la presencia de jóvenes que escapan de
la escuela para irse a divertir, entre otros) son en la mayoría de los casos
nocivos para una mente y espíritu en desarrollo. Las actitudes, las opiniones o
comportamientos que se transmiten por televisión no siempre ayudan a dignificar
a la persona, sino que la ridiculiza, degradan o someten, entonces se habla de
difusión de anti valores.
Y cuando la televisión transmite valores rescata bles estos sufren
frecuentes maltratos al ser presentados por héroes que generalmente son
individuos rudos y violentos como en el caso de Rambo o Rocky. Entonces se
confunde la bondad con la impotencia. Casi nunca se ve el heroísmo que la
bondad implica.
Y aunque muchos dicen que la televisión transmite siempre lo que el público
les pide, las diversas protestas demuestran lo contrario, que la televisión no
emite habitualmente lo que el público quisiera ver.
La televisión no busca Dar una lección de buenas costumbres n de moral, y
se olvida que los adolescentes necesitan principios fundamentales de
honestidad, veracidad y rectitud de conciencia.
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