CASTILLOS DE AZÚCAR SOBRE
LOS SUELOS QUEMADOS DE CUBA
Los ingleses se habían apoderado fugazmente de
la Habana en 1762. Por entonces, las pequeñas plantaciones de tabaco y la
ganadería eran las bases de la economía rural de la isla; La Habana, plaza
fuerte militar, mostraba un considerable desarrollo de las artesanías, contaba
con una fundición importante, que fabricaba cañones, y disponía del primer
astillero de América Latina para construir en gran escala buques mercantes y
navíos de guerra. Once meses bastaron a los ocupantes británicos para
introducir una cantidad de esclavos que normalmente hubiese entrado en quince
años y desde esa época la economía cubana fue modelada por las necesidades
extranjeras de azúcar: los esclavos producirían la codiciada mercancía con
destino al mercado mundial. Los bosques eran entregados a las llamas y la
erosión no demoraba en morder los suelos indefensos; miles de arroyos se
secaron. Actualmente, el rendimiento por hectáreas de las plantaciones
azucareras de Cuba es inferior en más de tres veces al de Perú, y cuatro veces y
media menor que el de Hawai.
El índice de
desempleo de Cuba en esos tiempos «difícilmente habrá sido igualado en ningún
otro país» (25 Celso Furtado, La economia lationamericana..., op. cit).
El desastre de 1921 había sido provocado por la caída del precio del azúcar en
el mercado de los Estados Unidos, y de los Estados Unidos no demoró en llegar
un crédito de cincuenta millones de dólares: en ancas del crédito, llegó
también el general Crowder; so pretexto de controlar la utilización de los
fondos, Crowder gobernaría, de hecho, el país.
EL AZÚCAR ERA EL CUCHILLO
Y EL IMPERIO EL ASESINO
Grandes
progresos se han realizado en la mecanización del corte y el alza de la caña,
en buena medida en base a las invenciones cubanas, aunque todavía resultan
insuficientes. Un nuevo sistema de trabajo se organiza, con dificultades, para
ocupar el lugar del viejo sistema desorganizado por los cambios que la
revolución trajo consigo. Los macheteros profesionales, presidiarios del
azúcar, son en Cuba una especie extinguida: también para ellos la revolución
implicó la libertad de elegir otros oficios menos pesados, y para sus hijos, la
posibilidad de estudiar, me-diante becas, en las ciudades. La redención de los
cañeros ha provocado, en consecuencia, precio inevitable, severos trastornos
para la economía de la isla. En 1970 Cuba debió utilizar el triple de
trabajadores para la zafra, en su mayoría voluntarios o soldados o trabajadores
de otros sectores, con lo que se perjudicaron las demás actividades del campo y
de la ciudad: las cosechas de otros productos, el ritmo de trabajo de las
fábricas. Y hay que tener en cuenta, en este sentido, que en una sociedad
socialista, a diferencia de la sociedad capitalista, los trabajadores ya no
actúan urgidos por el miedo a la desocupación ni por la codicia.
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