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lunes, 5 de noviembre de 2012

Día de Muertos



El día de muertos es una celebración mexicana de origen prehispánico que honra a los difuntos el 2 de noviembre, comienza el 1 de noviembre y coincide con las celebraciones católicas de Día de los fieles difuntos y todos los santos. Es una festividad mexicana y centroamericana, se celebra también en muchas comunidades de Estados Unidos, donde existe una gran población mexicana y centroamericana. La Unesco ha declarado esta festividad como patrimonio de la humanidad. El día de muertos es un día festejado también en el Brasil, como el Día de los Finados.
Los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México son anteriores a la llegada de los Españoles, hay registro de celebraciones en las etnias mexica, maya, purépecha, nahua y totonaca. Los rituales que celebran la vida de los ancestros se realizan en estas civilizaciones por lo menos desde hace tres mil años. En la era prehispánica era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.
El festival que se convirtió en el Día de Muertos era conmemorado el noveno mes del calendario solar mexica, cerca del inicio de agosto y era celebrado durante un mes completo. Las festividades eran presididas por la diosa Mictecacihuatk, conocida como la “Dama de la Muerte” (actualmente relacionada con la catrina, personaje de José Guadalupe Posada) y esposa de Mictlantecuhtli, Señor de la tierra de los muertos. Las festividades eran dedicadas a la celebración de los niños y las vidas de parientes fallecidos.
Para algunos mexicanos, la muerte no tenía las connotaciones morales de la religión católica en la que las ideas de infierno y paraíso sirven para castigar o premiar. Por el contrario, ellos creían que los rumbos destinados a las almas de los muertos estaban determinados por el tipo de muerte que habían tenido, y no por su comportamiento en la vida. De esta forma, las direcciones que podrían tomar los muertos son:


Ø El Tlalocan o paraíso de Tláloc, dios de la lluvia. A este sitio se dirigían aquellos que morían en circunstancias relacionadas con el agua, los ahogados, los que morían por efecto de un rayo, los que morían por enfermedades como la gota o la hidropesía, la sarna o las bubas, así como también los niños sacrificados al dios. El Tlalocan era un lugar de reposo y de abundancia, aunque los muertos eran generalmente incinerados, los predestinados a Tláloc eran enterrados, como las semillas para germinar.
Ø El Omeyocan, paraíso del sol, presidido por Huitzilopozhtli, el dios de la guerra. A este lugar llegaban solo los muertos en combate, los cautivos que eran sacrificados y las mujeres que morían en el parto, la de parir, y se les enterraba comparadas con los guerreros, ya que habían librado una gran batalla, la de parir se enterraba en el patio del palacio, para que acompañaran al sol desde el cenit hasta su ocultamiento por el poniente. Su muerte provocaba tristeza y también alegría, ya que gracias a su valentía, el sol las llevaba como compañeras. Dentro de la escala de valores mesoamericana, el hecho de habitar el omeyocan era un privilegio.
El Omeyocan era un lugar de gozo permanente, en que se festejaba al sol y se le acompañaba con música, cantos y bailes. Los muertos que iban al Omeyocan, después de cuatro años, volvían al mundo, convertidos en aves de plumas hermosas multicolores.
Morir en la guerra era considerada como la mejor de las muertes por los aztecas. Por incomprensible que parezca, dentro de la muerte había un sentimiento de esperanza, pues ella ofrecía la posibilidad de acompañar al sol en su diario nacimiento y trascender convertido en pájaro.
Ø El Mictlan, desatinado a quienes morían de muerte natural. Este lugar era habitado por Mictlantecuhtli y Mictacacihuatl, señor y señora de la muerte. Era un sitio muy oscuro, sin ventanas, del que ya no era posible salir.
El camino para llegar a Mictlan era muy tortuoso y difícil, pues para llegar a él, las almas debían transitar por distintos lugares durante 4 años. Luego de este tiempo las almas llegaban al Chignahuamictlán, lugar donde descansaban o desaparecían las almas de los muertos. Para recorrer este camino, el difunto era enterrado con un perro, el cual le ayudaría a cruzar un rio y llegar ante Mictlantecuhtli, a quien debía entregar, como ofrenda atados de teas y cañas de perfume, algodón (ixcatl), hilos colorados y mantas. Quienes iban al Mictlán recibían, como ofrenda cuatro flechas y cuatro teas atadas con hilo de algodón.

Por su parte los niños muertos tenían un lugar especial llamado Chichihuacuauhco, donde se encontraban un árbol de cuyas ramas goteaba leche, para que se alimentaran. Los niños que llegaban aquí volverían a la tierra cuando se destruyese la raza que la habitaba. De esta forma de la muerte renacería la vida.
Los entierros prehispánicos eran acompañados de ofrendas que contenían dos tipos de objetos: los que en vida habían sido utilizados por el muerto, y los que podría necesitar en su tránsito al inframundo. De esta forma, era muy variada la elaboración de objetos funerarios: instrumentos musicales de barro, como ocarinas, flautas, timbales y sonajas en forma de calaveras; esculturas que representaban a los dioses mortuorios, cráneos de diversos materiales (piedra, jade, cristal), braceros, incensarios y urnas.
Las fechas en honor de los muertos son y eran muy importantes tanto que les dedicaban dos meses. Durante el mes llamado Tlaxochimaco, se llevaba a cabo la celebración denominada Miccailhuintntli o fiesta de los muertitos, alrededor del 16 de julio. Esta fecha iniciaba cuando se cortaba en el bosque el árbol llamado xócotl, al cual le quitaban la corteza y le ponían flores para adornarlo. En la celebración participaban todos, y se hacían ofrendas al árbol durante 20 días.
En el decimo mes del calendario, se celebraba la Ueymicailhuitl, o fiesta de los muertos grandes. Esta celebración se llevaba a cabo alrededor del 5 de agosto, cuando decían que caía Xocotk. En esta fiesta se realizaban procesiones que concluían con rondas en torno al árbol. Se acostumbraba realizar sacrificios de personas y se hacían grandes comidas. Después ponían una figura de bledo en la punta del árbol y danzaban, vestidos con plumas preciosas y cascabeles. Al finalizar la fiesta, los jóvenes subían al árbol para quitar la figura, se derribaba el Xocotl y terminaba la celebración. En esta fiesta, la gente acostumbraba colocar altares con ofrendas para recordar a sus muertos, lo que es el antecedente del actual altar de  muertos.

En la Esc. Sec. Fed. “HUMANISTA VASCO DE QUIROGA”  de la Localidad de Santa Clara del Cobre Mach., se llevo a cabo la ya tradicional elaboración de tumbas y altares, con la finalidad de rescatar las tradiciones mexicanas. Con la participación de alumnos, docentes pertenecientes a esta Institución inicio la elaboración de altares y tumbas, seleccionando tres primeros lugares, el cual el primer lugar participaría  el día 02 en el Museo Nacional del Cobre, con su altar o tumba, representando a la Institución.


Lo importante en los alumnos es dar a conocer los elementos que integran el altar.
         Elementos Necesarios para la elaboración del un altar.
1.   Retrato de la persona recordada, pintura o cromo de las animas del purgatorio.
2.   Doce cirios, aunque pueden ser menos, tienen que ser en pares, ojala de color morado con coronas y flores de era.
3.   Dos calaveras grandes de azúcar, y otras 12 o menos pero en pares medianas.
4.   Seis candeleros, con boca suficiente para ubicar los cirios.
5.   Tres incensarios. Se pueden utilizar pequeños anafres o braceros.
6.   Un lebrillo o aguamanil que tenga o no pedestal.
7.   Una pieza de jabón de pan.
8.   Una toalla de cualquier calidad.
9.   Jarra y vaso, preferiblemente de vidrio transparente para que se pueda apreciar el contenido que será agua natural.
10.               Cazuela o cazuelas con comida.
11.               Chiquihuite tortillero.
12.               Botella de licor, vaso caballito para tequila, un salero y un  platillo de limón partido.
13.               Cincuenta veladoras medianas (opcional).
14.               Pan de muerto, dos piezas medianas.
15.               Papel de china, que sea morado o rosa obscuro y tantos pliegos como suficiente se pretenda cubrir.
16.               Flores de zempoalxochitl, según las necesidades.
17.               Copal.
18.               Ocote en rajas.
19.               Carbón de madera.
20.               Ceniza de leña.
21.               Mesa, tablas, etc. Para la base del altar.


¿Qué significa cada uno de los elementos del altar? Aquí te lo contamos.
*    El retrato del recordado, sugiere el ánima que los visitara la noche del 2 de noviembre. La imagen de las ánimas del purgatorio sirve para obtener la salida del purgatorio del alma de nuestro difunto por si acaso se encontrara ahí.
*    Los cirios, sobre todo si son morados, son señal de duelo.
*    La cruz pequeña de ceniza de pone por si el ánima se encontraba en el purgatorio, ayudándolo a salir de ahí para continuar su viaje.
*    Las calaveras de azúcar, medianas en el nivel superior, son alusión a la muerte, siempre presente.
*    Los 4 cirios en cruz, representan los cuatro puntos cardinales de manera que el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa.
*    Las 3 calaveras pequeñas y en un nivel bajo, son dedicadas a la Santísima Trinidad, y la grande en el mismo nivel al padre eterno.
*    El aguamanil, jabón y toalla, se colocan por si el ánima necesita lavarse las manos después del largo viaje.
*    El agua en la jarra es para que se moje los labios resecos por el largo viaje desde el mas allá.
*    El licor, tequila preferiblemente, es para que recuerde los grandes acontecimientos agradables durante su vida y decida visitar a los vivos.
*    El copal sirve para que el humo limpie el lugar de malos espíritus y así pueda entrar el ánima a su casa sin ningún peligro.
*    La comida tiene por objeto deleitar al ánima que nos visita.
*    La cruz grande de ceniza sirve para que al llegar el ánima hasta el altar pueda expirar sus culpas pendientes.
*    Las flores sirven para adornar y aromatizar el lugar durante el tiempo que esté presente el anima



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